Los miedos del signo de Cáncer
Los anfibios son personas que hacen de cualquier sitio, su hogar. Y una vez que esa casa ha sido creada, no la abandonan. Los mejores padres, las más atentas madres, amigos incondicionales, amantes esmerados, los Cáncer conciben como la gran aventura de la vida la creación de un hogar digno para ellos y para los que aman.
Generosos y amorosos, son despiadados cuando se trata de defender lo suyo y a los suyos. No se detienen hasta ver destruidas las amenazas que pasan sobre su patrimonio o sobre sus querencias.
Hogareños y tradicionales, los nativos del signo del cangrejo tienen, sin embargo, una fobia profunda, que se basa en su mayor querencia. El hogar, la familia, la pareja. Le temen, ante todo, a cualquier forma de la orfandad. La soledad es su mayor dolor.
¿A qué le temen los nacidos bajo el signo de Cáncer?
Todos, de alguna manera, llevamos nuestro hogar a cuestas, dentro de nuestro corazón, pero en el caso de los Cáncer esta verdad se exacerba. Nadie como ellos piensa en satisfacer todas las necesidades de su familia, de su amor, de sus amigos y compañeros de trabajo.
Creen que los hogares se pueden extender al mundo, y que se construyen como una colaboración. Su idea es tradicional, y por ello revolucionaria: ven en todas las personas a un posible hermano, a un igual, a una persona que se merece ser amada.
Por ello, cuando algunos de sus planes fracasa (ante una separación, un despido o un revés económico, por ejemplo) Cáncer siente que es el fin del mundo, pues ante todo siente a la soledad como una avalancha que se le viene encima.
Su ideal del hogar y de la perfección de este hogar le hacen creer que si no vive las condiciones que soñó, no merece el amor, la amistad o el éxito, y cree que los que aman dejarán de hacerlo, y que perderá todo respeto y solidaridad con ello.
¿Cómo puede vencer este miedo un Cáncer?
Está en nuestra naturaleza idealizar lo que sentimos como una misión propia. Queremos que nuestros sueños se cumplan en su totalidad y tal y como los ideamos. Ese es el drama de los perfeccionistas. Cáncer es uno de ellos.
Todo ideal es inalcanzable por el hecho mismo de ser eso: una meta perfecta. Si nos empeñamos en que sólo la disfrutemos de ser la réplica exacta de nuestros deseos, entonces nunca alcanzaremos aquello a los que estamos destinados.
Y de no llegar a este ideal, Cáncer puede estar seguro de que no estará solo: los que nos aman lo hacen no por los resultados, si no por la travesía que con ellos emprendemos a lo largo e camino.
Lo que cuenta es la lucha.